10 de enero de 2010

QUEEN - (A Night At The Opera - 1975)



Puedo afirmar que con este grupo comenzó realmente mi afición a la música, el afán de coleccionismo y la emoción de comprar cada mes uno de sus LPs en vinilo.
Fuí de adelante hacia atrás cronológicamente en mis adquisiciones, y trás descubrir su faceta mas evidente y conocida en aquellos momentos, me adentré en unos discos, sobre todo los primeros, que me sorprendían uno tras otro, y muy gratamente.

Desde 1977 en adelante, obras como News of the World, The Game, The Works o The Miracle, nos mostraban unos Queen con una base roquera, pero muy eclécticos y juguetones con todo tipo de estilos gracias a un Freddie Mercury genial, moviéndose como pez en el agua en estilos operísticos, funkies o discotequeros.

A Freddie le gustaba experimentar tanto en su faceta lúdico - privada, como en Queen o en sus proyectos en solitario (el musical Time, su disco en solitario del 85 Mr Bad Guy, o la posterior colaboración con Montserrat Caballé en 1987, son ejemplos de ello). Pero la base de rock and roll e incluso de hard rock es mantenida con esfuerzo por Brian May el guitarrista, y Roger Taylor en la bateria. John Deacon el bajista se mantiene en un discreto segundo plano, ofreciendo una aportación funky mas marcada desde 1980, y con Another One Bite The Dust como máximo ejemplo.

Es en los comienzos de la banda donde encontramos una conexión clara con el hard rock setentero, en obras como Queen I, II y Sheer Heart Attack en 1973 y 1974. El lucimiento personal de Brian May es notable y le lleva a la categoría de guitarrista indispensable, elevándolo al olimpo de los mas grandes de este instrumento. Roger Taylor, por su parte, demuestra una fabulosa pegada y una coordinación absoluta con los continuos vaivenes estilísticos del grupo. Es curioso observar como mas o menos hasta 1980, se repite la fórmula de generosa cesión de Mercury, del apartado vocal para el bateria y el guitarrista en generalmente dos canciones por álbum.

Después de estos primigenios álbumes, con hermosas composiciones vocales, riqueza de sonido, y todavía inmersos dentro del rock al uso e imperante en aquel momento, aparece en 1975 un álbum que definitivamente los catapulta a la fama mundial, A Night at The Opera. La diversificación en el sonido empieza a hacerse mas patente, y hay quién empieza a renegar de ellos, acusándoles de plegarse a la excesiva comercialidad de una especie de cabaret/rock .

El caso es que dejando purismos aparte, este eclécticismo es la marca principal del grupo, y el álbum rebosa calidad por los cuatro costados, con canciones como la alegre Lazing on The Sunday Afternoon, la folkie 39, la mágica e impactante The Prophet Song, o como no la obra maestra del grupo, y una de las piedras angulares en la historia del pop y el rock, Bohemian Rhapsody, una suite dividida en tres partes, una primera melódica, una segunda operística y una final explosiva y roquera. Es sobre todo la parte intermedia, con un trabajo de armonías de opereta, la mas impactante.

Se pueden considerar este y el siguiente, A Day at The Races, como dos discos de transición entre los Queen primigenios, y los modernos Queen. Lo que es seguro es que supone el comienzo de una época gloriosa, tristemente frenada en seco por el fallecimiento de Freddie Mercury en 1991, un cantante inigualable, de una versatilidad absoluta, y cuya muerte todavia retumba en los corazones de todos los amantes de la música. Descanse en paz.


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